jueves, 20 de octubre de 2011

LOS PRIMEROS VAPORES NARANJEROS EN BURRIANA



Guillem Ríos, publicaba en elperiodic.com , el periódico digital de la Comunidad Valenciana, un interesante articulo, en el cual se describían, entre otros temas, los primeros años de las exportaciones de naranjas des del puerto de Burriana:


(Fotografia:www.elperiodic.com)


(Fotografia:www.elperiodic.com)

"Desde los inciertos comienzos, con las exportaciones desde el Grao al sur de Francia, en la primera mitad del siglo XIX, con aquellos pequeños “llauts” gobernados por los mercaderes mallorquines de Sóller, Burriana alcanzará la plena hegemonía a partir de 1870, cuando el Reino Unido pasará a ser nuestro principal cliente con la llegada de los primeros vapores.


Un acontecimiento recreado por Vicent Abad, en su novela “El Jardín de las Hespérides” – de obligada lectura para quien desee revivir esta época hegemónica de Burriana –, que algunos sitúan como el origen de la expresión popular Burriana, París y Londres. Narra el director de nuestro Museu de la Taronja que: “Ocurrió el invierno de 1870, en un día frío y brumoso como aquél, con los almacenes trabajando a pleno rendimiento y la playa llena de veleros. Todo funcionaba con normalidad hasta que, de improviso, del mar llegó un enorme mugido, un largo y penetrante lamento que hacía vibrar la niebla y que nunca nadie había escuchado hasta entonces. Al oírlo, la gente de la playa quedó paralizada y las mujeres de los almacenes abandonaron su trabajo agolpándose nerviosas a las puertas de los mismos. – ¿Qué ocurre? ¿Qué ha sido eso? – gritaban excitadas mientras se aproximaban temerosas a la playa. (…) Solamente los marineros de los « llauts » permanecieron en sus puestos, contemplando divertidos la escena que había dejado la playa desierta y sembrada de naranjas. - ¡Malditos destripaterrones! – exclamó un marinero –. ¡Salid de vuestros escondites! No es más que un vapor. (…) Todas las miradas se volvieron de nuevo hacia el buque del que comenzó a descender una chalupa en cuyo interior se adivinaban varias figuras humanas (…) Uno de ellos vestía uniforme azul marino con barras doradas en la bocamanga y cubría su cabeza con una gorra en cuyo frente destacaba un escudo hecho asimismo de bordado de oro; el otro, un paisano, llevaba un largo sobretodo y sostenía entre sus dientes una voluminosa pipa de la que salía humo azulado. Al llegar a la orilla desembarcaron y este último se dirigió al comerciante Bautista Cantos diciéndole: - Señor Cantos, tengo el gusto de presentarle a Mister Miles, Capitán del  « S.S. OBERON » de la Marina de Su Majestad Británica”.

"...Para el atraque del primer barco en el Puerto, hubo que esperar hasta 1934. Hasta entonces fue cotidiana la imagen de aquellas barcazas en el Grao, repletas de cajas, que tenaces trabajadores, con el agua casi hasta el cuello, empujaban mar adentro, y cuando no, conducían a hombros las cajas hasta las barcazas, luchando contra la fuerza de las olas. Un periodo descrito por el premio Pulitzer, James Michener, en su libro Iberia, publicado en 1968, en el que el norteamericano narraba su primera llegada a España en 1932, cuando tenía 25 años, en un vapor inglés que venía al Grao a cargar naranjas: “El primer español que vi en mi vida fue un trabajador de Burriana, sin más ropa que un culero, que nadaba hacia mi con la mano derecha asida a un cuerno de toro…


Sus brazos eran como los de los hombres prehistóricos, y para él yo era un chaval. Sus bueyes eran distintos a todos los que yo había visto hasta entonces, y juntos me llevaron hacia la orilla de España. Cuando vi bien de cerca llevar las lanchas al agua, quedé sorprendido al comprobar la energía que ello requería. Era medieval, o peor aún. Era un desperdicio de fuerza que me resultaba incomprensible, y aquello continuaba el día entero y el año entero, hombres y animales trabajando hasta matarse. Pero los hombres dedicados a esta tarea eran tan bellos, sus sonrisas tan atractivas, que parecían distintos, poderosos, estoicos. Esta era su suerte y no se quejaban”.


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